sábado, 9 de enero de 2010

La visita en el momento menos esperado

Caminábamos en silencio por las brumas de las calles de esta enorme ciudad, que nos daba la espalda apagando el sol y dándole la bienvenida a la noche con sus velones, con su oscura iluminación. Me dabas la mano, tratando de que con ella me calmara, pero era en vano mi corazón estaba destrozado, el viento me susurraba en el oído tratando de decirme todo lo bueno que me faltaba por vivir. Con un suspiro solté tu mano y me fui a lo más apartado de los montes donde no me podrías encontrar, por estar pensando en tus cosas, como siempre solo piensas en tus cosas, olvidas los detalles de la vida por ocuparte de tu vida, no te das cuenta del abandono en el que me has dejado, quede sola como si la muerte me hubiese llevado de la mano y hubiese alejado al mundo entero de mi. No lloré, por la simple razón de que no puedo se me ha secado el alma, mi corazón se ha secado por completo esta hecho cenizas; siento como ha llegado ella, que siempre me ha querido con sigo, pero siempre me negué a estar con ella por temor a lo desconocido, me cogió la cara y me besó, fue un beso tan limpio, tan lleno de historias que no me alcanza mi burdo vocabulario para expresarlo, me pidió que dejara de llorar y que la acompañara. Me fui con ella cogida de su mano, sentí con ella todo eso que tu hace mucho tiempo me hacías sentir, pero que el tiempo te hizo olvidar que existía alguien más que tu en ese mundo. Me llevó por un extraño caminó y terminamos entrando a una habitación, que sino estuviese cogida de su mano me hubiese dado mucho miedo ya que era lúgubre y tenía una extraña luz rojiza que me impedía ver más halla de mi brazo, ella me guió a la cama y me quitó la ropa, yo no temblaba mi cuerpo estaba bajo su dominio, ella colocó su mano en mi entre piernas, yo cerré los ojos y vi como pasaba toda mi vida en un solo instante, cuando los volví abrir grite y le pedí que se alejara de mi, más mientras yo más gritaba ella más me apretaba, sentí su aliento rodar por todo el interior de mi cuerpo y ahí fue el momento en el que había realizado que acababa de hacer el amor con la muerte y que ella se había enamorado de mi y que no me quería soltar, me sostuvo y me pidió que no la abandonara que ella me haría feliz, volví a cerrar los ojos y al abrirlos realicé que había muerto y que ella había desaparecido, yo ya no podía ver nada todo era negro a mi alrededor, sentí un cálido abrazo desde mi espalda, era él, él que nunca me había abandonado me decía en el oído que ya todo había terminado que no debía temer por nada que tu no volverías a destrozar mi corazón y que ella se había ido a buscarle ya que mientras ella me tocaba yo no hice más que decir su nombre. Con una suave sonrisa me decía que el silencio de la bruma de su vida se había apagado con el silencioso grito de mi voz. Me entregó algo que no supe bien que era hasta que lo colocó en mi pecho y ahí realicé que había vuelto a vivir, que él había recogido las cenizas de mi corazón las había rociado con agua y las cubrió con su amor hasta que que de las cenizas volviera el corazón, que tú habías destrozado, él me lo devolvió y me prometió que esta vez él estaría sano y que nadie le haría daño que él mismo le protegería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario