sábado, 30 de enero de 2010

Caminemos por la pradera

Sentada debajo de ese viejo roble, que vio florecer esa extraña y enfermiza relación que creamos, decidí desaparecer del mundo; rogándole que no me dejara, la cogí de la mano y le peí que se sentara conmigo bajo este roble para que ella me recordara aquellos momentos que junto a ti fui feliz. Si ella es tu madre, es tu cómplice y aun así es la persona que siempre esta ahí cuando siento que la tierra me va comer. Me preguntas como es posible de que ella me acompañe si ella solo esta contigo y si de hecho ella ya ni contigo está. Es cierto ella dejó esta tierra al igual que tu, ambos se fueron de mi lado, pero aun así siendo ella la unión de todas las cosas hermosas que tu tuviste, la veo a ella. Temo que te olvide y que no pueda volver a recordarte, por eso le pido a ella que se compadece de mi todos los días y todas las noches que me acuerde de como era amarte, como era desearte en carne y hueso, como era que me matabas y en dos minutos me revivías, necesito de ti, extraño tu imagen, extraño tu tacto, te fuiste con ella al igual que tu madre pero tu no has vuelto ni siquiera a visitarme, no me importa si vienen los tres, si esa es la condición para poder amarte y desearte como antes la cumplo. Quiero que ella me lleve al igual que a ti y a tu madre por esa pradera, por la cual pasan los condenados enamorados de la vida y que la olvidan en un momento, no me importa si jamás volveré a ser la misma, aunque sé que teniéndote a mi lado siempre seré la misma de antes de que tu me dejaras. Quiero olvidarme de todo para poder llegar a ti y de esta manera que viajemos amándonos por el espacio uno pegado al otro y si mi condena por amarte es terminar en el infierno, pues que el diablo me lleve con él pero que no se olvide de tu alma la cual va estar pegada a la mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario